Vivimos en sociedades que dependen cada vez más de sus
avances científicos y tecnológicos.
Progresivamente la ciencia y la tecnología
afectan a la vida cotidiana y esta influencia es perceptible en la creciente
demanda de conocimiento científico y tecnológico para tomar decisiones, como
dietas alimentarias, u otras de importante carácter socioambiental, como
consumir o producir alimentos transgénicos u optar por fuentes de energía más
limpias y renovables frente a las tradicionales basadas en combustibles
fósiles.
Es
por ello que la tecnociencia ha dejado de ser parte de la actividad y discurso
de unos pocos académicos y se ha convertido en un objetivo básico a la vez que
un serio problema en la educación actual. Esta consideración responde a un doble
hecho: la comprensión de la necesidad de una educación científica para todos y
la constatación de las dificultades que la misma plantea ya que nos encontramos
con el creciente abandono de los estudios de ciencias por parte de los jóvenes
Es
por ello que la enseñanza precisa
completar sus programas de ciencias facilitando el acceso al mundo más allá de
las aulas ya que los procesos de aprendizaje no se limitan únicamente (ni
primordialmente) al plano cognitivo, sino que persiguen fomentar la curiosidad
y el afán de superar los retos que se plantean al interaccionar con el entorno,
incluyendo así aspectos afectivos y motivadores. La recuperación de aspectos
históricos y de las relaciones Ciencia, Tecnología, Sociedad y Ambiente (CTSA)
puede contribuir a devolver al aprendizaje de las ciencias la vitalidad y
relevancia del propio desarrollo científico.
Los
elementos químicos, no siempre bien estudiados y comprendidos son la esencia
del Universo, del planeta Tierra, de los seres vivos, con abundancias muy diferentes
en cada uno de los casos. Un estudio exhaustivo de los mismos puede permitirnos
entender siquiera mínimamente cómo se organiza la materia; desde el
conocimiento de lo más pequeño podemos acercarnos a la grandeza del universo.
Casi
siempre que pensamos en elementos los asociamos de inmediato con los compuestos
que forman y raras veces nuestro pensamiento se detiene en ellos mismos, en la
vida propia que tienen como elementos. Por esta razón entendemos que
profundizar en ellos es una ocasión idónea para salir al paso de la imagen
descontextualizada que se trasmite en la enseñanza de las ciencias y establecer
relaciones CTSA.
Se
presenta así ante nosotros un proyecto muy ambicioso, donde trataremos de
indagar en la agitada vida de los elementos químicos, dónde los podemos
encontrar, cómo obtenerlos, que aplicaciones tienen, qué repercusiones
ambientales derivan de su uso etc.
Por
otro lado como el estudio completo de los elementos y las actividades que van
surgiendo en torno a ellos se pueden desarrollar desde diferentes asignaturas,
la realización del proyecto permitirá a los alumnos y alumnas ir superando los
diversos objetivos y desarrollar todas las competencias que debe adquirir el
alumnado en su proceso de aprendizaje.